miércoles, 10 de junio de 2015

DIVAS - Eleonora Duse y Sarah Bernhardt reviven / Crítica

TEATRO-DIVAS/ Eleonora Duse y Sarah Bernhardt reviven en el teatro La Comedia 
Por Héctor Puyo (Télam) 

Stella Matute y Fernanda Mistral muestran su potencia actoral en "Despedida en París", escrita y dirigida por Raúl Brambilla, en la que interpretan a las divas Eleonora Duse y Sarah Bernhardt, en el teatro La Comedia, Rodríguez Peña 1062, viernes y sábados a las 21.15 y domingos a las 20.






La acción se desarrolla en 1897 y reproduce un supuesto encuentro que habrían tenido cuando la italiana Duse (1858-1924) termina su exitosa temporada en el Teatro de la Rennaisance, de París, propiedad de la francesa Bernhardt (1844-1923) y está a punto de volver a Roma. La primera virtud de Brambilla es haber logrado un texto de rara tersura, que comienza como una comedia brillante, casi "boulevardier", en la que las diferencias de carácter saltan en cada frase y las réplicas parecen dardos, hasta un final lleno de tensión y máscaras que caen. No hay dudas de que debe haber habido una dura competencia entre las actrices, en su época endiosadas y conscientes de esa condición, reforzada por la diferencia de edades y porque Bernhardt jugaba lógicamente de local.
Por eso le debe haber caído muy mal el éxito de su colega, a la que se dice que la noche del debut molestó con insistencia con ruidos de su abanico desde un palco avant-scène, porque entre diversas cosas había otras competencias. Entre ellas el haber estado en brazos del vate protofascista Gabriele D'Annunzio, en paralelo o en forma sucesiva, y haber representado las mismas piezas clásicas con diferentes estilos, posiblemente antagónicos y referenciados en Konstantin Stanislavski -Duse- y en sí misma, Bernhardt. Brambilla autor es capaz de entretejer todo un mundo finisecular, con sus valores de transición entre lo cortesano y la vida republicana -la madre de Bernhardt había rozado la prostitución elegante y quería ese destino para su hija- y hasta bromea con citar los terribles temores a la crítica, entonces mucho más escuchada.
Es evidente que las simpatías del autor están del lado de Duse, más suave, a la defensiva, tal vez ingenua, con una postura que intenta eludir los embates egocéntricos de su antagonista, por lo que a Matute le resulta más cómodo exponer una criatura compradora que le sale muy natural.
Eso no quiere decir que la cosa sea fácil sino que Matute es una actriz formidable capaz de dar con el matiz adecuado en cada gesto, en cada inflexión de voz, con una naturalidad que pasma y un encanto que seduce claramente.
Frente a ella, la autorreferencial Bernhardt de Mistral es un trabajo de antología, con pasajes de distinción que remiten a una China Zorrilla en sus mejores momentos, que la actriz enarbola a base de talento e innegable oficio.
Con ese changüí Brambilla director redondea un clima de enorme comunicación con el espectador, beneficiado por la ambientación y el vestuario de Cecilia Carini, los peinados de Alberto Moccia y la iluminación de Cristian Páez, capaces de convencer de que se está en París en 1897.

(Héctor Puyo para Télam)

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