lunes, 31 de agosto de 2015

"Despedida en Paris". Dramaturgia y dirección de Raul Brambilla.
Duelo interpretativo de lujo entre estas dos actrices con mayúsculas Fernanda Mistral y Stella Matute. Se sacan chispas en este encuentro entre otras dos grandes de la escena mundial Sarah Bernhardt y Eleonora Duse.
Texto exquisito, incisivo de Brambilla.
Esta vez no digo que hay que podarla, por el contrario, me quede con ganas de mas.
No podía ser mejor elegida la ambientación en la pequeña sala del Teatro La Comedia. Hallazgo perfecto. Imperdible Felicitaciones a todos.
Rocco Gioia
("A bambalinas con Rita")



La Comedia Teatro.
Rodríguez Peña1062.
Viernes y sabados 21:15hs. Domingos 19Hs.

martes, 4 de agosto de 2015

Opinión de Fernando Alegre



El viernes pasado fui a ver "Despedida en París"... Me reí, me emocioné, gocé de dos magistrales actuaciones. Stella Matute y Fernanda Mistral detonan el espacio de la sala teatral y en la reconstrucción del mismo nos transportan en el tiempo.
Con poquísimos elementos escenográficos, con un vestuario sublime y un texto delicioso -DE LI CIO SO- de Raúl Brambilla. Un texto plagado de elementos metafísicos, tan enorme, tan sutil...
Me encontré allí en la obra tantas veces, encontré tantos motivos para compartir y comprender tantos años de pasión.
Stella (La Duse) y Fernanda (La Bernhardt) manejan los ritmos y las intensidades sensoriales de forma brillante, le ponen carne, alma, esqueleto y sangre a las más variadas sutilezas de la voz, del cuerpo y del gesto. Son salvajemente frágiles.
Una obra trascendental, sin lugar a dudas.
- Imperdible para estudiantes de actuación.
- Imperdible para estudiantes de dirección.


viernes, 17 de julio de 2015

CRÍTICA DE DANIEL GAGUINE - Enemigas ítimas


CRÍTICA DE DANIEL GAGUINE
Enemigas íntimas

http://elcaleidoscopiodelucy.blogspot.com.ar/2015/07/despedida-en-paris-teatro.html



Dos mujeres enfrentadas. Rivales que se admiran y no lo admiten. Egos encontrados y opuestos. Son nada más y nada menos que Sarah Bernhardt y Eleonora Duse en un encuentro ocurrido –dicen- en el verano de 1897. En ese momento, Sarah Bernhardt regenteaba el Teatro Rennaisance en París.
Será en ese verano que la compañía de Eleonora Dusse llega a la capital francesa ciudad, donde se presentará en el teatro de Bernhardt en diez funciones con distintas obras.
Raúl Brambilla tomó crónicas de la época para crear un supuesto diálogo entre las dos divas, minutos antes que Eleonora tome el tren para volver a Italia, tras su periplo parisino. El texto que pergeñó es atrapante de principio a fín.
Más allá de las discusiones propias de dos estrellas por mérito propio, se extiende hacia otras latitudes que incluyen a la crítica. Ellas hablan y se dicen lo que se tienen que decir desde los lugares que les corresponde a cada una. La consagrada y la que viene con la furia arrolladora de la juventud. La que estableció un manual de la actuación y la que quiere renovar lo establecido. Plantea la división de las formas de actuar con debate incluido al respecto. Inclusive, podrían ser dos caras de la misma moneda. Diferencias generacionales y de formas de ver la vida. La concepción de la misma.
Egos y fantasmas ocultos que va más allá de las cuestiones actorales.
Será, no obstante será en la sutileza que se oculta detrás de lo dicho, donde radica otra de las tantas riquezas de la obra. Dos paradigmas en pugna que, inclusive, dialogaran de manera sutil con el presente. Renovación, arrojo y cambio o respeto/devoción/miedo a lo establecido.
Otro punto a destacar es el espacio. La sala elegida dentro del Teatro de la Comedia es exacta ya que, por su arquitectura, cuadra perfectamente con lo requerido por la puesta. Las dimensiones pequeñas del espacio brindan un ambiente de intimidad a lo que acontece. Será la ubicación del espectador un factor importante para captar la propuesta de la obra, porque dependiendo del lado en que se siente uno, habrá una resignificación respecto al plano que se ve. Los espejos permiten incluso ver y resignificar cada una de las perspectivas. Los guiños, los gestos y aquello que permitan un acercamiento mayor a cada uno de los personajes.
La escenografía y el vestuario dibujan la época de manera exacta pero sin caer en exageraciones. Uno está en la época, con las actrices, de fines del siglo XIX.
Para que la dicotomía de los paradigmas en pugna sea llevada con éxito, que mejor que contar con dos actrices de la categoría de Fernanda Mistral y Stella Matute. Ambas desarrollan una tarea excelente que va desde la visceralidad de las palabras y la sutileza de los gestos hasta las voces que se elevan y las tensiones contenidas.
En un duelo donde las espadas son las palabras y las ideas, “Despedida en París” es de esas puestas que merecen ser vista más de una vez por su calidad y la riqueza de su propuesta.

CRÍTICA DE OLGA COSENTINO - Juego de Reinas

CRÍTICA DE OLGA COSENTINO
http://olga-cosentino.blogspot.com.ar/2015/07/juego-de-reinas-bernhardtduse.html



Juego de reinas: 
Bernhardt/Duse - Mistral/Matute 
Reseña de Despedida en Paris 



El teatro ha sido siempre uno de los temas recurrentes del teatro. Sobran los ejemplos, incluyendo paradigmas del canon, como la emblemática escena de Hamlet, pasando por El gran teatro del mundo o La vida es sueño, de Calderón, o tantas obras de Lope, de Beckett, de Genet o de autores contemporáneos, argentinos y universales. En este caso, lo metateatral de Despedida en Paris no utiliza exactamente el recurso del “teatro dentro del teatro” sino que invita a acercarse a la intimidad del oficio –y a las de sus oficiantes-- a través de la subjetividad de dos divas de existencia real en la escena europea decimonónica: la italiana Eleonora Duse y la francesa Sarah Bernhardt. Aunque no hay documento histórico que lo acredite, pudieron haberse encontrado, en la estación de trenes de Paris donde ambas coinciden según la ficción, o en cualquier otra locación. Pero es precisamente esa incierta probabilidad, contrafáctica pero factible a la vez, lo que permite a la trama trascender los límites estrictos de lo biográfico para alcanzar la misteriosa complejidad de lo azaroso y su consecuencia: la rica semblanza poética de ambas mujeres. Porque en la estación de tren parisina donde la Duse espera partir, luego de una temporada exitosa en el Théâtre de la Renaissance (que la gran Sarah regentea), tiene lugar un diálogo que perfectamente pudo haber ocurrido entre aquellas dos rivales exquisitas, y a través del cual cada una va revelando sus talentos y vulnerabilidades, su vanidad y su glamour, sus heridas y sus fortalezas, sus amores y sus soledades. El texto de Raúl Brambilla revela una investigación rigurosa sobre la vida y personalidad de esas dos figuras míticas que rivalizaron en talento dramático y en la aspiración a ser consideradas, por el público y la crítica, como la más extraordinaria actriz de la época. Pero ni la impecable arquitectura argumental, ni las inteligentes réplicas, a veces cargadas de ácido humor, a veces de desgarrante sinceridad, ni el ajustado tratamiento lumínico de la puesta, ni la expresividad del vestuario y el maquillaje, ni el adecuadísimo marco que ofrece la sala pequeña del Teatro de la Comedia habrían tenido el lucimiento que celebraron los aplausos de pie de toda la platea si la obra no hubiese contado con las soberbias interpretaciones de Fernanda Mistral en el papel de Sarah y de Stella Matute en el de Eleonora. Cuesta imaginar, después de asistir a la representación, que la dirección (también a cargo del autor) hubiese podido obtener igual resultado con otro elenco. La altanera elegancia de la Bernhardt, con la que arremetió contra su origen (su madre era una cortesana y su padre, desconocido) y contra su renguera y posterior amputación de una pierna, encuentra una síntesis en el porte de la intérprete y termina por ser una segunda piel sobre el cuerpo, la gestualidad y los tonos de la Mistral. Y frente a ella, la imagen de la italiana compite en sordo y refinado duelo. Una década más joven y dueña de una seguridad en sus dotes histriónicas (había nacido en el seno de una familia de actores), la Duse revive en la inspirada Matute quien, como su criatura de ficción, aparece con un vestuario más sobrio y sin maquillaje (cuentan las crónicas que así hacía aparecer a voluntad el rubor de las mejillas, para comunicar ciertas emociones). Dos actuaciones absolutamente memorables para hablar del oficio teatral, de los estilos de actuación, de la época, del éxito y de sus dos condiciones: la embriaguez y la fragilidad.

viernes, 3 de julio de 2015

Opiniones II



"Le mot juste" es "delicia". Despedida en París es una obra deliciosa, con una delicia de texto de Raúl Brambilla, quién dirige este bombón delicioso en una de las salitas del Teatro de La Comedia. Stella Matute no solo es una delicia de mujer, sino un delicia de actriz que hace deliciosamente a su Eleonora Duse. Fernanda Mistral muestra su garra cuando se quiebra en su dolor de una Sarah Bernhardt ya vieja. Estoy encantado de haber ido a verla, hecho que probablemente repetiré pronto, porque es de esas obras que te deja liviana el alma y dulce el corazón. No se la pierdan. (Jorge Schussheim)

¿Te gusta el teatro? Entonces no te pierdas "DESPEDIDA EN PARIS" Un encuentro entre Sarah Bernhardt y Eleonora Duse. Una comedia escrita por Raul Brambilla y protagonizada por Fernanda Mistral y Stella Matute. Brillantes actuaciones para un texto sin desperdicios. ¡Qué gratificante es ver buen teatro! (Hernán Pairetti)

Ayer noche fui a ver Despedida en París...ni bien entré en la sala se me nublaron los ojos por la emoción...Tal vez por situaciones pasadas de la vida... Pude ver a Eleonra y Sara en la piel de Stella Matute y Fernanda Mistral... Geniales, pude reir, sonreir y terminar llorando... Gracias por esta experiencia y el haberme permitido soltar nostalgias, como dije antes por cosas de la vida... un abrazo especial para Stella Matute que fue la que me condujo a esta ceremonia... (Carlos Sanchez)

Hermosa propuesta de nuestra amiga Stella Matute (quien ya nos ha sorprendido con sus actuaciones en el Palacio Cangallo, colaborando en actividades solidarias), acompañada de Fernanda Mistral en el Teatro La Comedia. La obra se basa en crónicas de la época e imagina libremente un supuesto diálogo entre Sarah Bernhardt y Eleonora Duse en el momento en que esta ultima está a punto de dejar París para volver a Italia. Conversaciones intimas despliegan recuerdos, sus hombres, el amor, los egos, la lucha por dos visiones encontradas del teatro, fuertes personalidades en busca de si mismas. Elegantes en el uso de las ironías y las palabras; un vestuario de época impecable. La sala nos remonta a finales del siglo XIX, ya que era parte , aparentemente, de un convento.
¡ ¡ ¡ Simplemente Gracias ! ! ! (Miguel Angel Martínez)

Acabo de ver una obra de teatro, y todavía la llevo puesta. Nunca vi algo tan bien escrito, tan bien actuado y tan bien dirigido TODO JUNTO. "Despedida en París", de Raúl Brambilla, con Fernanda Mistral encarnando a Sarah Bernhardt y Stella Matute encarnando a Eleonora Duse (perdón por la repetición del gerundio, pero es inevitable). Dirigió Raúl Brambilla. Quiero que ningún amigo o amiga mía deje de verla. Teatro de la Comedia. (Ivonne Fournery)

lunes, 22 de junio de 2015

Opinión de Mario Gallina



Vi "Despedida en París" y me cuesta encontrar otro adjetivo como no sea el de exquisita, para definir esta obra. Lamento no poder ser original, pues todos la califican así y asumo mi incapacidad para hallar otra palabra. Y además... me resisto: ¡ES UNA OBRA EXQUISITA!
El libro, lleno de ironía, humor, dolor y guiños teatrales; la cuidada y exacta ambientación; la dirección que -albricias- "se ve" (¿han notado que últimamente se encuentra poco en teatro eso que se llamaba "dirección"?).
Y las actuaciones de Fernanda Mistral, en el que me animaría a señalar que es su mejor trabajo para la escena (y eso que le vi muchos: "Rinoceronte" de Ionesco; "Después de la caída" y "Las brujas de Salem" de Miller; "Sucedió en la oscuridad" de Shaffer y tantos, tantos más). Y Stella Matute, en otro plano, como lo requiere su Duse, concluyendo en un justo y exacto "pendant" con su compañera.
Con las mismas ganas con que se quiere volver a ver a ese amor tan querido o a ese amigo entrañable, yo tengo muchas ganas de volver a disfrutar "Despedida en París".
Y estoy seguro de que una segunda vez no será suficiente.