viernes, 17 de julio de 2015

CRÍTICA DE DANIEL GAGUINE - Enemigas ítimas


CRÍTICA DE DANIEL GAGUINE
Enemigas íntimas

http://elcaleidoscopiodelucy.blogspot.com.ar/2015/07/despedida-en-paris-teatro.html



Dos mujeres enfrentadas. Rivales que se admiran y no lo admiten. Egos encontrados y opuestos. Son nada más y nada menos que Sarah Bernhardt y Eleonora Duse en un encuentro ocurrido –dicen- en el verano de 1897. En ese momento, Sarah Bernhardt regenteaba el Teatro Rennaisance en París.
Será en ese verano que la compañía de Eleonora Dusse llega a la capital francesa ciudad, donde se presentará en el teatro de Bernhardt en diez funciones con distintas obras.
Raúl Brambilla tomó crónicas de la época para crear un supuesto diálogo entre las dos divas, minutos antes que Eleonora tome el tren para volver a Italia, tras su periplo parisino. El texto que pergeñó es atrapante de principio a fín.
Más allá de las discusiones propias de dos estrellas por mérito propio, se extiende hacia otras latitudes que incluyen a la crítica. Ellas hablan y se dicen lo que se tienen que decir desde los lugares que les corresponde a cada una. La consagrada y la que viene con la furia arrolladora de la juventud. La que estableció un manual de la actuación y la que quiere renovar lo establecido. Plantea la división de las formas de actuar con debate incluido al respecto. Inclusive, podrían ser dos caras de la misma moneda. Diferencias generacionales y de formas de ver la vida. La concepción de la misma.
Egos y fantasmas ocultos que va más allá de las cuestiones actorales.
Será, no obstante será en la sutileza que se oculta detrás de lo dicho, donde radica otra de las tantas riquezas de la obra. Dos paradigmas en pugna que, inclusive, dialogaran de manera sutil con el presente. Renovación, arrojo y cambio o respeto/devoción/miedo a lo establecido.
Otro punto a destacar es el espacio. La sala elegida dentro del Teatro de la Comedia es exacta ya que, por su arquitectura, cuadra perfectamente con lo requerido por la puesta. Las dimensiones pequeñas del espacio brindan un ambiente de intimidad a lo que acontece. Será la ubicación del espectador un factor importante para captar la propuesta de la obra, porque dependiendo del lado en que se siente uno, habrá una resignificación respecto al plano que se ve. Los espejos permiten incluso ver y resignificar cada una de las perspectivas. Los guiños, los gestos y aquello que permitan un acercamiento mayor a cada uno de los personajes.
La escenografía y el vestuario dibujan la época de manera exacta pero sin caer en exageraciones. Uno está en la época, con las actrices, de fines del siglo XIX.
Para que la dicotomía de los paradigmas en pugna sea llevada con éxito, que mejor que contar con dos actrices de la categoría de Fernanda Mistral y Stella Matute. Ambas desarrollan una tarea excelente que va desde la visceralidad de las palabras y la sutileza de los gestos hasta las voces que se elevan y las tensiones contenidas.
En un duelo donde las espadas son las palabras y las ideas, “Despedida en París” es de esas puestas que merecen ser vista más de una vez por su calidad y la riqueza de su propuesta.

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